“Lo que con mucho trabajo se adquiere, más se ama”
- Aristóteles
El bambú japonés es una estupenda metáfora para describir el desarrollo que un aprendíz de Aikido debe tener presente cada día que asiste a Practicar al Dojo.
El bambú requiere de buena semilla, tierra, riego, abono y paciente cuidado para su crecimiento. El bambú no es una semilla apta para agricultores impacientes ó desesperados de obtener frutos rápidamente.Una vez plantada, crece y se fortalece cada día durante siete largos años, mismos, en los que forja un complejo sistema de raíces que sostendrán un extraordinario crecimiento vertical, que se da seis semanas después de los primeros siete años transcurridos..
Es sorprendente el tamaño que llega a tener el bambú una vez transcurrido este tiempo.
Dentro de nuestra vida cotidiana y dentro del Dojo, podremos ver muchos ejemplos de personas que desean resultados rápidos, soluciones inmediatas ó triunfos sin esfuerzo y dolor alguno.
La apresurada vida que ahora se lleva y la fácil obtención de muchas cosas, han hecho creer inapropiadamente a la gente, que en el Budo puede pasar de la misma manera.
Es por eso que muchos practicantes que no entienden la naturaleza del Aikido ni del Budo Japonés, abandonan su práctica. Al no tener los apresurados e infalibles resultados que buscan obtener, les llega la frustración, les abraza la desesperación y, el ego mal alimentado les hace incompatibles dentro de un medio en el que la perseverancia, paciencia y duro trabajo, son necesarios para el auténtico crecimiento, desarrollo y entendimiento.
El triunfo requiere de tiempo y dedicación.
Elementos intrínsecos dentro del corazón y la mente del buen aprendíz, que como las semillas del bambú, forja cada día las complejas raíces que sostendrán su notorio y satisfactorio crecimiento dentro del arte y de sí mismo.
Sensei
Sensei