Eficacia vs Estética
Mucho se habla sobre si el aikido es eficaz a la hora de enfrentar una situación real fuera del contexto de la práctica en un dojo. Cada vez que se toca el tema de las artes marciales, la primera impresión que tiene la mayoría de la gente es la de vencer a uno o más oponentes con relativa facilidad y mostrando, una superioridad de fortaleza y contundencia que no deje dudas de quién es el vencedor y quién el vencido.
Cuando la técnica es "eficaz" y "arrolladora" a la vista del espectador, y dejando tras de sí rastros de sangre y daños, de los cuáles es difícil levantarse, la referencia inmediata de "lo bueno" que es el ejecutante y su "estilo", queda impregnado en la mente del espectador, quien a su "juicio" es todo un "guerrero marcial" digno de ser "reconocido" o calificado de "verdadero artista marcial".
No hay nada más equivocado que esa impresión y ese "juicio".
La práctica genuina y seria de cualquier arte, va mucho más allá de desarrollarse solamente en el aspecto físico, siendo el objetivo si fuera de esa manera, muy poco trascendente y enriquecedor de la vida del practicante, así como del observante, pues uno da una imagen errónea y violenta, y el otro recibe una mala impresión y ejemplo de lo que en verdad debe ser la práctica de un arte marcial ortodoxo.
La naturaleza del aikido como expresión marcial es controlar la situación sin envolverse en la mentalidad destructiva y violenta. El arduo camino que un practicante serio sigue, es para que tenga la capacidad de no perderse en el momento de cualquier tipo de confrontación, sea física, psicológica o emocional. Es alcanzar la habilidad de resolver cualquier problema de manera armónica y eficaz, sin que en su ser domine y prevalezca la idea banal y ególatra de vencer y sentirse superior a los demás.
Entrenamos para no llegar a tener que emplearlo, pero si es inevitable, hacerlo de manera contundente. Solamente entrenando cada día con la conciencia de "situación real" podemos mantener una mente y respuesta afín a enfrentar una situación real.
La eficacia de la técnica depende del esfuerzo físico y mental, de la calidad de la instrucción, del entendimiento y expresión marcial de defensa correctas, así, como el tiempo empleado en desarrollarla para que sea parte de nuestro subconsciente, pues éste último es el que responderá en el momento ya sea de manera eficaz o ineficaz.
La eficacia del arte del aikido no es que tan bonito se ve la "ejecución" o la "caída", si no en la expresión que combina naturalidad, armonía y balance de ejecución, control del ataque del oponente, ya sea inmovilizando o proyectándolo de manera que podamos sentirlo como tal y no cómo una "cooperación" automática del uke.
La eficacia nace del entrenamiento correcto de la mente y no sólo del cuerpo.
Seguir el sendero de una práctica basada en "la forma" y en la mentalidad "pacifista" sin querer causar "ninguna incomodidad" al uke, con el pretexto de que el aikido en sí es una arte "suave", solo es engañarse a sí mismos, y el resultado de enfrentar una situación real será desastroso y decepcionante, en el mejor de los casos.
La práctica debe ser ardua, siguiendo el sendero original del arte de la defensa, donde el dolor genuino y que fortalece el cuerpo, pero más al espíritu, se haga presente cada día. Considero que hay que darle más importancia a los atemis y prácticas que se apeguen a situaciones de confrontación y no a programas técnicos para obtener "grados".
Es importante la forma sí, pero sin caer en lo blando y débil. Triste es ver muchas "ejecuciones" que son más coreografías que verdaderas aplicaciones de genuina defensa.
Practicar así, no será suficiente para responder eficazmente en la calle.
Que su práctica sea grata y le haga felíz.
Sensei
Mucho se habla sobre si el aikido es eficaz a la hora de enfrentar una situación real fuera del contexto de la práctica en un dojo. Cada vez que se toca el tema de las artes marciales, la primera impresión que tiene la mayoría de la gente es la de vencer a uno o más oponentes con relativa facilidad y mostrando, una superioridad de fortaleza y contundencia que no deje dudas de quién es el vencedor y quién el vencido.
Cuando la técnica es "eficaz" y "arrolladora" a la vista del espectador, y dejando tras de sí rastros de sangre y daños, de los cuáles es difícil levantarse, la referencia inmediata de "lo bueno" que es el ejecutante y su "estilo", queda impregnado en la mente del espectador, quien a su "juicio" es todo un "guerrero marcial" digno de ser "reconocido" o calificado de "verdadero artista marcial".No hay nada más equivocado que esa impresión y ese "juicio".
La práctica genuina y seria de cualquier arte, va mucho más allá de desarrollarse solamente en el aspecto físico, siendo el objetivo si fuera de esa manera, muy poco trascendente y enriquecedor de la vida del practicante, así como del observante, pues uno da una imagen errónea y violenta, y el otro recibe una mala impresión y ejemplo de lo que en verdad debe ser la práctica de un arte marcial ortodoxo.
La naturaleza del aikido como expresión marcial es controlar la situación sin envolverse en la mentalidad destructiva y violenta. El arduo camino que un practicante serio sigue, es para que tenga la capacidad de no perderse en el momento de cualquier tipo de confrontación, sea física, psicológica o emocional. Es alcanzar la habilidad de resolver cualquier problema de manera armónica y eficaz, sin que en su ser domine y prevalezca la idea banal y ególatra de vencer y sentirse superior a los demás.
Entrenamos para no llegar a tener que emplearlo, pero si es inevitable, hacerlo de manera contundente. Solamente entrenando cada día con la conciencia de "situación real" podemos mantener una mente y respuesta afín a enfrentar una situación real.
La eficacia de la técnica depende del esfuerzo físico y mental, de la calidad de la instrucción, del entendimiento y expresión marcial de defensa correctas, así, como el tiempo empleado en desarrollarla para que sea parte de nuestro subconsciente, pues éste último es el que responderá en el momento ya sea de manera eficaz o ineficaz.
La eficacia del arte del aikido no es que tan bonito se ve la "ejecución" o la "caída", si no en la expresión que combina naturalidad, armonía y balance de ejecución, control del ataque del oponente, ya sea inmovilizando o proyectándolo de manera que podamos sentirlo como tal y no cómo una "cooperación" automática del uke.
La eficacia nace del entrenamiento correcto de la mente y no sólo del cuerpo.
Seguir el sendero de una práctica basada en "la forma" y en la mentalidad "pacifista" sin querer causar "ninguna incomodidad" al uke, con el pretexto de que el aikido en sí es una arte "suave", solo es engañarse a sí mismos, y el resultado de enfrentar una situación real será desastroso y decepcionante, en el mejor de los casos.
La práctica debe ser ardua, siguiendo el sendero original del arte de la defensa, donde el dolor genuino y que fortalece el cuerpo, pero más al espíritu, se haga presente cada día. Considero que hay que darle más importancia a los atemis y prácticas que se apeguen a situaciones de confrontación y no a programas técnicos para obtener "grados".
Es importante la forma sí, pero sin caer en lo blando y débil. Triste es ver muchas "ejecuciones" que son más coreografías que verdaderas aplicaciones de genuina defensa.
Practicar así, no será suficiente para responder eficazmente en la calle.
Que su práctica sea grata y le haga felíz.
Sensei